El lunes 16, en la clase de literatura nos trasladamos al aula de música para hacer la actividad-taller del bloque 5. El taller consistía en leer o contar un cuento siguiendo alguna de las tres estrategias estudiadas en este bloque.
Para ello, dividimos la clase en grupos de tres personas. En mi caso, hice la actividad (en primer lugar, ya que luego rotamos), con Anita y Andrea. En la clase anterior habíamos echado a suertes qué estrategia
utilizaríamos cada una, y a mí me tocó narración con libro.
Para llevar a cabo la narración con libro, utilicé un cuento que me había regalado mi madre hace poco, y que se titula “Te quiero”. Es de la misma colección que “Besos, besos” y lo elegí porque es también muy bonito y, además, mis compañeras no lo conocían.
La historia trata de una niña a la que Hugo, un compañero de clase, le dice que la quiere más que nadie. A partir de esto, Rosa (nuestra protagonista), empieza a darle vueltas al tema del amor y de cómo puede medirse. Así pregunta a su padre que si la quiere y que cómo la quiere, a lo que éste responde abrazándola y haciéndola cosquillas. Lo mismo ocurre con su madre, que la come a besos y baila con ella. Por la noche, como no le había quedado del todo claro, decide que al día siguiente irá a ver a su abuela, que seguro que tiene la respuesta. Y así lo hace. Su abuela, le explica lo que quiere saber gracias a su gato, Pichín. Le pregunta a Rosa que si quiere a Pichín igual que a Hugo y es así como la niña descubre la respuesta a sus preguntas.
Para poder realizar mi estrategia, como no se trata de leerlo, sino de narrarlo mostrando los dibujos a mis compañeras, tuve que leérmelo varias veces tanto el día anterior como antes de entrar en clase para, así, no quedarme en blanco al contarlo, ni liarme con lo que tenía que contar en cada hoja.
Aún así, me lié un poquito, pero no pasó nada grave… sólo en una de las páginas, me adelanté un poco en la narración. De todos modos lo corregí para la siguiente vez que lo conté. Además, la segunda vez, estaba más segura a la hora de contarlo, gracias al “ensayo” que había supuesto la primera narración.
Pedí a mis compañeras, Anita y Andrea, que me hicieran alguna crítica constructiva y lo único que me dijeron fue que no dijese “cuestión” (una “cuestión muy importante”), porque corría el riesgo de que los niños no lo entendiesen y que dejase un poco más de tiempo para ver los dibujos, que para ellas (adultos) estaba bien, pero que igual los niños querían detenerse un poquito más. Así que, así lo haré. En el segundo grupo (Sandra González y Meri) no me dijeron nada, así que o les dio vergüenza o mejoré de la primera a la segunda naracción.
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