Para terminar la asignatura, en este quinto y último bloque hemos hablado sobre las 3 formas distintas de transmitir literatura, es decir, a las formas que tenemos para comunicar literatura a los niños.
En Educación Infantil no leen o, como mucho, están empezando… son, lo que se llama prelectores. ¿Y esto qué quiere decir? Pues que si leen ellos mismos –si es que son capaces-, no entienden lo que están leyendo, no siguen la historia (salvo por las ilustraciones). Vale. ¿Y esto cómo influye en la transmisión literaria? Sencillo: no sirven los libros sólos, necesitan que seamos nosotros quienes se la transmitamos.
Ante esto de que tenemos que transmitirles la literatura, puede surgir la pregunta de: “¿Y cómo?”. La respuesta es que hay tres formas:
1) El cuentacuentos: ésta es la forma más antigua de transmisión literaria, llegando a ser anterior a la aparición de la escritura. Antes de que existiese la escritura, todo se comunicaba de forma oral –ya que era la única forma de transmisión-. Tras su aparición, durante muchos siglos la mayor parte de la población no sabían leer –ni escribir-, por lo que se ha seguido transmitiendo literatura en forma de cuentacuentos. ¿Y qué es el cuentacuentos? Pues contar un cuento/una historia sin libro. Esto significa que no hay un apoyo de imágenes para que los oyentes puedan seguir más fácilmente la historia. Esto supone que toda la comprensión recae en 2 elementos básicos: la comprensión lingüística (entiendes lo que te están contando) y la propia imaginación de la persona que escucha. El elemento subjetivo (la imaginación) es lo que hace que la comprensión general de un cuento, sea diferente en cada persona, porque no todos tenemos la misma imaginación, la misma visión del mundo… El tema de la imaginación es muy importante en el cuentacuentos, ya que uno de sus objetivos es fomentar la imaginación del que lo escucha. Esto es algo fantástico para la Educación Infantil, porque los niños son los más imaginativos de todos los seres humanos y, además, es una forma de que ese tesoro que es la imaginación, no se pierda. Además fomentamos otras cosas con el cuentacuentos: fomentamos el interés por el texto escrito, favorecemos la comprensión oral… Entonces un cuentacuentos es sencillo, pero… ¿Cómo se hace un cuentacuentos? Pues depende de la edad de los oyentes. En el caso de que sean niños, -que será nuestro caso en el futuro-, se debe incluir la interactuación con el público, por lo que no podemos aprendernos los textos de memoria y ya está, es más, al contar cuentos a los niños hay que “responder” a sus reacciones. ¿Cuáles son sus reacciones? Pues lo sabremos fijándonos en sus caras, en sus gestos, en sus movimientos. Además de al lenguaje no verbal, también, –si surge-, hay que responder a las preguntas que los niños nos hagan. Una buena estrategia para los cuentacuentos, es incluir preguntas a los niños, como: “¿Y a que no sabéis quién llegó?” o “¿Y qué pasó entonces?”. Y… ¿para qué tipo de cuentos utilizamos la estrategia del cuenta cuentos? Preferentemente, para los folklóricos, porque siempre se han transmitido oralmente y además lo importante en estos cuentos es, realmente, el cómo se cuenta el cuento. En definitiva, para hacer un cuentacuentos tenemos que: elegir un cuento folklórico, adaptarlo si es necesario, ensayar contándolo un par de veces y, por último, contárselo a los niños. A la hora de contarlo, aunque hemos dicho que no utilizaremos un apoyo de imágenes, , lo que sí podemos incluir son elementos que nos ayuden al contar el cuento, elementos curiosos que hagan alusiones al cuento que vamos a contar; otra cosa que podemos utilizar es una marioneta o un peluche que sean los que cuenten el cuento; otra opción es que nos disfracemos enteras, -y siempre del mismo modo-, y que ese “personaje creado” sea el que siempre les cuente el cuento. Estas estrategias están muy bien, pero surge una pregunta ¿Se pueden cambiar las voces de los personajes en el cuentacuentos? Sí, pero hay que tener en cuenta cuántos personajes hay y cuántas voces distintas hay que hacer, porque debemos mantener las voces de todos los personajes iguales durante todo el cuento.
2) La narración con libro: la narración con libro, consiste –como colgué en el primer post-, en contar un libro con apoyo visual. En este caso no leemos lo que pone el cuento, sino que lo contamos nosotros, pero vamos siguiendo las imágenes del cuento. Para estas imágenes no necesitamos el libro en sí, ya que podemos escanearlo y, proyectarlo. La narración con libro, trabaja el desarrollo del razonamiento icónico, -que consiste en aceptar y entender que hay objetos que representan a la realidad pero no son la realidad-; por otra parte, la narración con libro también favorece que se imaginen la historia viendo las imágenes. Esta es la estrategia más utilizada, sobre todo en el primer ciclo de Educación Infantil, esto no quiere decir que no se pueda seguir haciendo en el 2º ciclo, sólo que en esta edad ya tienen más desarrollado el razonamiento icónico. ¿Y aquí se pueden hacer voces? Se puede, pero es preferible que no ya que es una narración con libro.
3) La lectura: En este caso lo que hacemos es leerles un cuento, no contarles un cuento (se cuentan cuentos en los cuentacuentos y en la narración con libro). La lectura, por tanto, es literal. Esta estrategia, aunque puede usarse en primer ciclo, –salvo con libros muy específicos-, generalmente es más adecuada utilizarla en segundo ciclo. La lectura, además de trabajar aspectos como los del cuentacuentos y la narración con libro, les sirve como modelo de cómo se lee. ¿No será más fácil que un niño lea mejor si le leemos bien los cuentos? Por esta causa, tenemos que leer de forma expresiva, -pero no exagerada-, es decir, hacer correctamente las pausas, hacerlas más largas en momentos de intriga, etc… Y en esta estrategia…cambiamos las voces? En este caso, mejor no, porque es un modelo de lectura adulta, -y nosotros no cambiamos las voces al leer-. Y… ¿qué pasa con las imágenes? En este caso, las imágenes no se enseñan hasta el final del cuento, siempre que no sea posible que vean el dibujo mientras les leemos el cuento (enseñar mientras leemos si nos sabemos el cuento, tener el texto en un papel encima de la mesa y el cuento enseñarlo permanentemente, escanear las imágenes para que las vean mientras leemos, etc…).
Las tres estrategias, -en cualquiera de sus variaciones-, hay que tener en cuenta que deberíamos crear un ambiente “mágico” antes de la narración, utilizando cualquier estrategia: disfrazarnos para contar el cuento, utilizando la “caja mágica” o cualquier otra estrategia que se nos ocurra.
También podemos preguntar, antes de contar el cuento, si alguna vez les ha pasado algo como lo que le pasa al personaje del cuento, esta es una forma de que quieran saber la historia y de que se sientan identificados con el personaje.
Al terminar de contarles/leerles el cuento, ¿podemos hacerles preguntas sobre el cuento? Sí, pero hay ciertas cosas que hemos de tener en cuenta. Y es que:
* La literatura es para disfrutar, si les preguntamos para ver si están atentos, si lo han entendido, etc… pues convertimos la literatura en algo funcional, -en lo que, en el primer post, definíamos como paraliteratura-.
* Los niños no captan todos los detalles, primero quieren entender y “coger” el argumento, y después quieren que se lo repitas un montón de días más para “captar” los detalles de la historia.
Entonces… ¿qué tipo de preguntas podemos hacerles? Pues preguntas subjetivas, como quién les ha gustado más, si el personaje les cae bien o mal, qué es lo que más les ha gustado, etc… Por lo menos el primer día que se lo contamos. Tras haberlo contado varias veces, podemos hacer otro tipo de preguntas para ver si lo relacionan con algún contenido (de los que trabajamos), para saber si han atendido, etc… Y esto, ¿por qué? Porque de esta manera mantenemos la literatura como algo mágico y para disfrutar.
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