Como he dicho en la entrada anterior, la literatura folklórica, o literatura de tradición cultural, es literatura de tradición oral, hasta que alguien, en un momento dado, lo escribe. En esta entrada vamos a hablar del teatro folklórico. Este teatro pasa de generación en generación siempre oralmente. ¿Y cómo se transmiten obras de teatro de forma oral, sin escribirse? Pues la respuesta es sencilla: representándose. Al representarlo, todos los asistentes serían capaces de reproducirlo posteriormente.
Pero… y este teatro… ¿Qué temática tenía? A esto respondemos que hay tres ámbitos o grupos temáticos a los que pertenecen las obras. Éstos ámbitos son:
* Representaciones religiosas: Ej: en Semana Santa, en algunos pueblos se hace una representación de la pasión; las celebraciones de la Navidad; de Corpus Christi, etc… Estas representaciones de carácter religioso tienen también su paralelismo en la literatura culta (autos de la Pasión, autos de Navidad, autos Sacramentales, etc…), estos estaban escritos y los actores se los aprendían y los representaban en las iglesias delante de gente de alta alcurnia. En los pueblos, como no sabían leer, se contaba oralmente lo que había que hacer/que decir.
* Representaciones profanas: pueden ser épicas (mercado medieval, todo el pueblo se viste y se hace una representación). Representaciones que tenían que ver con las distintas épocas del año. Ej: cuando llegaba la cosecha, después del trabajo durante el día, se reunía la gente y se hacían representaciones de carácter humorístico. Otro ejemplo es el entierro de la sardina. Pero el ejemplo más característico es el antruejo (= la época de antes de la cuaresma). Antes de que llegara la cuaresma, la gente hacía representaciones humorísticas y erótico-festivas en la plaza del pueblo. Lo que hacían en las bodas, etc… Todas estas eran representaciones del pueblo, no estaban preparadas. También tiene su paralelismo en la literatura culta.
* Cómicos de la legua: Este es muy típico de España. Los cómicos de la legua nacieron porque había gente que se quedaba sin trabajo y, para vivir de alguna forma, se juntaban un grupo (podía ser una familia), se cogían un carromato e iban por los pueblos haciendo representaciones teatrales. Eran gente, generalmente, que no sabían ni leer ni escribir, trabajaban de memoria. Se inventaban un argumento, repartían los papeles, lo aprendían, lo ensayaban y lo representaban. También podían ir a ver otras representaciones para coger ideas de otros grupos o, incluso, de obras teatrales conocidas. Las obras no eran largas, porque era gente que no estaba preparada (no eran actores) y además todo era de memoria. Después de las representaciones, cantaban canciones picantes. Estos grupos, empezaron a poner de moda en los pueblos un tipo de teatrillo que estaban dedicado a los más pequeños y que se llamaban “Los títeres de cachiporra”,
que se hacen con marionetas (Títeres de mano). Los títeres de cachiporra consisten en lo siguiente: todos tienen el mismo argumento y dependía de los títeres que llevara el cómo lo enfocaban. Solía ser un chico el protagonista y tenía algo que quería mucho y cuidaba con mucho cariño (perro, vaca, chica….) y de repente aparece un personaje malo (zorro, bruja, lobo,…) que se lleva lo que quiere mucho. Entonces empieza la búsqueda de lo que ha perdido, y para ello pide la colaboración de los presente. Interactúa con el público preguntándoles y diciéndoles que le avise cuando aparezca. Cuando los titiriteros ven que los niños empiezan a cansarse, acaban la historia bien. Consigue alcanzar al malo y le pega con la cachiporra y termina la historia. Estos títeres, aunque se remontan a la Edad Media, siguen vigentes. ¿Quién de nosotros no ha ido nunca al retiro a ver una representación de marionetas? Pues ese es un ejemplo perfecto de títeres de cachiporra.
Perfecto.
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