miércoles, 11 de mayo de 2011

Adaptación del cuento de los Hermanos Grimm: Todo Tipo de Pieles

Erase una vez, en un país muy lejano, un rey cuya esposa poseía una belleza incomparable y una preciosa cabellera de oro. Desgraciadamente, aunque lo intentaban no habían conseguido tener hijos. Pero ellos no se rendían. Al cabo de los años, la reina contrajo una extraña enfermedad y, como no habían tenido hijos, le pidió al rey que le prometiese que se casaría para tener descendencia, pero que la mujer que eligiese tendría que ser más bella que ella.

Tras varios años de búsqueda, el rey no había encontrado a ninguna mujer más bonita que la reina. Entonces, se fijó en la sobrina de la reina que se parecía mucho a ella pero tenía el pelo aún más bonito y era todavía más guapa.

La chiquilla, que acababa de cumplir los 15 años, no quiere tener que casarse con el rey que, además, era mucho mayor que ella. Para intentar retrasar la boda hasta encontrar una solución, le pidió que, como regalo, le hiciese un abrigo de pieles de todos animales del mundo. El rey le dijo que de acuerdo y mandó a sus cazadores traer pieles de todos los animales del mundo y a sus tejedores hacer el mejor abrigo del mundo. Y un año después le regaló el abrigo que había pedido.La sobrina del rey no sabía qué hacer. Ella no quería casarse con un hombre tan mayor, así que decidió que esa noche huiría del palacio.

Por la noche, cuando todos se fueron a la cama, cogió el vestido más bonito de su tía, -para venderlo si necesitaba dinero-, y su collar de brillantes, para recordarla. Y salió de palacio. Para que nadie la reconociera se puso el abrigo y se manchó con barro, para parecer una campesina.

Tras mucho correr por el bosque para alejarse del reino de su tío, se escondió, agotada, en el tronco hueco de un árbol donde, por la mañana, la encontraron unos cazadores del reino vecino. Uno de ellos, -que era noble, pues era el primo del príncipe-, se la llevó como sirvienta, pues nunca quiso la chiquilla revelar su auténtica identidad, ante el temor de que la obligaran a volver a su reino y casarse con su tío. Desde entonces la conocieron como Todo Tipo de Pieles, por el abrigo que siempre llevaba.

Con el paso del tiempo, el primo del príncipe se fue a vivir al palacio y se llevó con él a Todo Tipo de Pieles, que empezó a trabajar en las cocinas.

Pasó el tiempo y en el castillo se celebró una fabulosa fiesta para que el príncipe encontrase esposa. Durante la fiesta, la muchacha pidió al cocinero que la dejara ausentarse un momento, y cuando pudo hacerlo, vestida con el precioso vestido de su tía y con la cara lavada y la resplandeciente cabellera de oro peinada, se dirigió al baile hermosa como una princesa. El mismímo príncipe estaba convencido de que era una de sus invitadas, así que bailó con ella y quedó seducido por su belleza y su dulzura.

A Todo Tipo de Pieles se le olvidó que tenía que volver a la cocina y estuvo durante muchísimo rato hablando con el príncipe. De repente, se acordó de que tenía que volver al trabajo y se escabulló entre los invitados con la excusa de ir al tocador. Se puso su abrigo encima del vestido, se manchó la cara y las manos, escondió su pelo con la capucha del abrigo y bajó a las cocinas.

El cocinero la regañó mucho, pero enseguida se puso a trabajar y, como era tan buena y el cocinero la tenía tanto cariño, la perdonó. Mientras preparaban la cena para los invitados Todo Tipo de Pieles sólo pensaba en lo guapo que era el príncipe y en que si ella pudiese decir la verdad, que tenía sangre real, podría casarse con él.

Cuando sirvieron la cena el príncipe se dio cuenta de que el rostro de la sirvienta le resultaba familiar, pero no hizo caso de sus sospechas y siguió cenando con sus invitados.

Tras la cena, comenzaron la música y los bailes de nuevo. En las cocinas, después de recoger, Todo Tipo de Pieles dijo al cocinero que no se encontraba bien así que se iba a su habitación y que, si necesitaba algo, la avisase.

Todo Tipo de Pieles, subió a toda prisa a su habitación, se peinó su hermoso cabello rubio, se lo recogió, se limpió las manos y la cara, se quitó el abrigo y se puso el collar de diamantes de su tía antes de dirigirse de nuevo a los salones. Al entrar, el príncipe se quedó anonadado con la belleza de la joven y se dio cuenta de que era la chica que había desaparecido misteriosamente horas antes.

El príncipe sólo tuvo ojos para Todo Tipo de Pieles y se pasaron el resto del baile juntos hasta que ella intentó irse de nuevo, para no correr el riesgo de que nadie la reconociese. El príncipe no quería dejarla ir y trataba de saber más de ella para poder buscarla, pero Todo Tipo de Pieles no le daba ningún nombre ni ninguna procedencia.

Con lo que ella no contaba era con que el príncipe se había enamorado de ella y estaba decidido a averiguar su identidad. Mientras bailaban le colocó en su dedo un precioso anillo sin que ella se diese cuenta.

A la mañana siguiente, bien temprano, el príncipe ordenó a sus vasallos que buscasen el anillo, ya que el dedo que lo llevara pertenecería a su prometida. Sin embargo, fue él mismo, durante el desayuno, quien descubrió el anillo en manos de quien le servía la mesa. Tiró entonces de la manga del abrigo de Todo Tipo de Pieles, y, resbalánosele la capucha, quedó al descubierto el bello rostro y el espectacular cabello de oro de la misteriosa mujer con quien había bailado la noche anterior. Ésta resultó ser la sobrina del rey del país vecino, que le contó su historia, y con quien se casó felizmente y compartió el resto de su vida.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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